La música cantos danzas e instrumentos musicales encontramos en Boyaca ,presentan supervivencias chibchas y españolas, los cuales sean transmitido por tradición de generación en generación.
LA MUSICA ABORIGEN
Los indios chibcha del Altiplano cundiboyacense daban su significado mágico-religioso a la música, la cual los unía con el sol, la luna y demás divinidades y les infundía esperanzas de triunfo guerrero, o consuelo para la muerte. Sus cantos eran tristes y monótonos y los utilizaban para explicar las causas de la guerra y los ruegos a los dioses para alcanzar la victoria. El ritmo musical era utilizado para realizar sus trabajos colectivos, cuando roturaban el terreno para la siembra, o cuando removían y trasladaban las grandes piedras de los barrancos que lograban desplazar a grandes distancias.
Las danzas y los cantos eran imprescindibles en todas las fiestas religiosas y sociales de los chibchas: en los sacrificios de los moxas al sol, en las fiestas de la cosecha y en los regocijos públicos. En las fiestas de varios caciques y pueblos acostumbraban las parcialidades llevar sus propias danzas con estilos diversos y mucha plumería, flautas, fotuto y tamboriles. En las procesiones chibchas en las épocas de siembra y cosechas, representaban en sus danzas las figuras de osos, leones, tigres y animales diversos. Las danzas chibchas servían también para festejar la terminación de la construcción de los cercados de los caciques, o cuando llegaban a la terminación de una calzada.
Los chibchas fabricaron y utilizaron diversos instrumentos musicales entre los aerófonos mencionamos las flautas, trompetas de caracol de diversos tamaños y las ocarinas. Entre los autófonos destacamos las maracas, sonajeros y las conchas utilizadas en las ceremonias religiosas: se conocieron también los tambores, atabales y las cajas. Algunas trompetas eran revestidas de oro y utilizadas para convocar a la tribu a los actos importantes y para alentar a los guerreros. Las ocarinas chibchas presentan figuras de animales con símbolos significativos; una de ellas presenta la forma de un ave con las alas abiertas y cara humana y sobre la cabeza, un agujero pequeño para soplarla.
Los aportes de mayor influencia en el folclor boyacense es el hispánico que penetró en el altiplano en los siglos del coloniaje. Los españoles en su proceso de expansión colonizadora y difusión cultural, transmitieron sus cantos, danzas e instrumentos musicales, los cuales se conocieron en sus dominios de ultramar. En las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial, en los velados de los huestes conquistadores, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en los nacientes urbes coloniales, se conocieron los aires musicales españoles. Una música con mezcla de la melancolía y cadencia castellanas, con la alegría flamenca y andaluza y el misterio sonoro de la arábiga.
Una gran variedad de temas encontramos en los cantos españoles del siglo XVI que penetraron en el altiplano boyacense: canciones caballerescas, políticas, picarescas, religiosas, amatorias, pastorales y bailables, interpretados a tres o cuatro voces. Fueron populares las seguidillas, las granadinas, la malangueña, la jota, la serrana, la caña, los cantos jondos, las playeras y otras canciones que acompañaban con la vihuelas y guitarras. Entre las danzas que introdujeron los españoles en sus fiestas coloniales, señalamos: la danza del ballo, la cual dió origen al baile del tres del altiplano; el saltarrello, la pavana, la zarabanda, la chacona, el zambapalo, el pollo, el polvillo y otras. Los españoles acostumbraban las danzas para las fiestas religiosas, las cuales eran asignadas a "los gremios"; una de ellas fue la danza de los palillos, la cual consistía en entrelazar palillos prendidos con cintas de colores, durante cuya ejecución descubran caprichosos círculos al son de ritmos y cantos; esta danza de los palillos se convirtió en Boyacá en la DANZA DE LA TRENZA, de las cintas o de la clizneja.
En las fiestas religiosas de la antigua Tunja, los Españoles organizaban comparsas en las cuales presentaban simulacros de elementos alegóricos pastoriles a la usanza española. Entre ellas mencionamos las siguientes: La danza del vendo, la danza del oso, la danza de la vaca, la danza de los seises, la danza del corpus christi, la danza de la espadas, la danza de los santiagueros, l danza de los moros y cristianos y otras. Al iniciar el siglo XVIII se fueron perfilando en estos territorios bailes criollos, con interrupciones de los danzantes para dejar escuchar las coplas. Se hicieron populares el torbellino, la manta, el moño, la bretaña, el paspié, la amable, la contradanza y otras.
LA MUSICA ABORIGEN
Los indios chibcha del Altiplano cundiboyacense daban su significado mágico-religioso a la música, la cual los unía con el sol, la luna y demás divinidades y les infundía esperanzas de triunfo guerrero, o consuelo para la muerte. Sus cantos eran tristes y monótonos y los utilizaban para explicar las causas de la guerra y los ruegos a los dioses para alcanzar la victoria. El ritmo musical era utilizado para realizar sus trabajos colectivos, cuando roturaban el terreno para la siembra, o cuando removían y trasladaban las grandes piedras de los barrancos que lograban desplazar a grandes distancias.
Las danzas y los cantos eran imprescindibles en todas las fiestas religiosas y sociales de los chibchas: en los sacrificios de los moxas al sol, en las fiestas de la cosecha y en los regocijos públicos. En las fiestas de varios caciques y pueblos acostumbraban las parcialidades llevar sus propias danzas con estilos diversos y mucha plumería, flautas, fotuto y tamboriles. En las procesiones chibchas en las épocas de siembra y cosechas, representaban en sus danzas las figuras de osos, leones, tigres y animales diversos. Las danzas chibchas servían también para festejar la terminación de la construcción de los cercados de los caciques, o cuando llegaban a la terminación de una calzada.
Los chibchas fabricaron y utilizaron diversos instrumentos musicales entre los aerófonos mencionamos las flautas, trompetas de caracol de diversos tamaños y las ocarinas. Entre los autófonos destacamos las maracas, sonajeros y las conchas utilizadas en las ceremonias religiosas: se conocieron también los tambores, atabales y las cajas. Algunas trompetas eran revestidas de oro y utilizadas para convocar a la tribu a los actos importantes y para alentar a los guerreros. Las ocarinas chibchas presentan figuras de animales con símbolos significativos; una de ellas presenta la forma de un ave con las alas abiertas y cara humana y sobre la cabeza, un agujero pequeño para soplarla.
Los aportes de mayor influencia en el folclor boyacense es el hispánico que penetró en el altiplano en los siglos del coloniaje. Los españoles en su proceso de expansión colonizadora y difusión cultural, transmitieron sus cantos, danzas e instrumentos musicales, los cuales se conocieron en sus dominios de ultramar. En las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial, en los velados de los huestes conquistadores, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en los nacientes urbes coloniales, se conocieron los aires musicales españoles. Una música con mezcla de la melancolía y cadencia castellanas, con la alegría flamenca y andaluza y el misterio sonoro de la arábiga.
Una gran variedad de temas encontramos en los cantos españoles del siglo XVI que penetraron en el altiplano boyacense: canciones caballerescas, políticas, picarescas, religiosas, amatorias, pastorales y bailables, interpretados a tres o cuatro voces. Fueron populares las seguidillas, las granadinas, la malangueña, la jota, la serrana, la caña, los cantos jondos, las playeras y otras canciones que acompañaban con la vihuelas y guitarras. Entre las danzas que introdujeron los españoles en sus fiestas coloniales, señalamos: la danza del ballo, la cual dió origen al baile del tres del altiplano; el saltarrello, la pavana, la zarabanda, la chacona, el zambapalo, el pollo, el polvillo y otras. Los españoles acostumbraban las danzas para las fiestas religiosas, las cuales eran asignadas a "los gremios"; una de ellas fue la danza de los palillos, la cual consistía en entrelazar palillos prendidos con cintas de colores, durante cuya ejecución descubran caprichosos círculos al son de ritmos y cantos; esta danza de los palillos se convirtió en Boyacá en la DANZA DE LA TRENZA, de las cintas o de la clizneja.
En las fiestas religiosas de la antigua Tunja, los Españoles organizaban comparsas en las cuales presentaban simulacros de elementos alegóricos pastoriles a la usanza española. Entre ellas mencionamos las siguientes: La danza del vendo, la danza del oso, la danza de la vaca, la danza de los seises, la danza del corpus christi, la danza de la espadas, la danza de los santiagueros, l danza de los moros y cristianos y otras. Al iniciar el siglo XVIII se fueron perfilando en estos territorios bailes criollos, con interrupciones de los danzantes para dejar escuchar las coplas. Se hicieron populares el torbellino, la manta, el moño, la bretaña, el paspié, la amable, la contradanza y otras.